Historia del Museo Olavide
Joya de la historia de la Medicina en España
Escondido en el Pabellón 8 de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, se halla una inesperada y desconocida joya de la historia de la Medicina española: el Museo Olavide, llamado así en honor a su fundador y pionero de la Dermatología en nuestro pais, el Dr. José Eugenio Olavide y Landazábal. En su coleccción principal de ceroplastias dermatológicas, se representan todas las enfermedades de la piel conocidas de la época, en un tiempo donde la fotografía en color no estaba bien desarrollada y estos artefactos didácticos y creados directamente de los pacientes, servían para enseñar a las nuevas generaciones de médicos.
Se trata de una importante colección de modelados de cera elaborados en el siglo XIX y principios del XX, a partir de pacientes con afecciones dermatológicas. Además, la mayor parte de las figuras, cuentan con los historiales médicos originales los cuales, pegados en la parte posterior de las piezas, aportan un increíble valor médico-histórico.
Tras la apertura de toda la colección, en el año 2014, se constató la cantidad de 670 obras, colección que junto con los moldes de yeso, esculturas, dibujos, láminas litográficas y documentación dermatológica hallados, constituyen el Museo Olavide.
El museo fue inaugurado en 1882 con el nombre de Museo Anatomo-patológico Cromo-litográfico y Microscópico del Hospital San Juan de Dios. A partir de ese momento, su historia, llena de vicisitudes, concluyó con su cierre y desaparición entre los años 1966 y 1967, periodo en el que se derribó el hospital de la calle Dr. Esquerdo, donde estuvo ubicado desde 1897.
El conocimiento internacional del museo se produce en 1889, cuando 90 figuras realizadas por el escultor Enrique Zofío, son trasladadas a París para exponerlas en el I Congreso Internacional de Dermatología.
Las figuras fueron elogiadas por grandes personalidades, destacando el color de las mismas según la profesión o el tipo de enfermedad, que contrastaba con el tinte casi uniforme del entonces gran cero-escultor parisino Jules Baretta. En ese momento, las ceroplastias de San Juan de Dios, se conocieron en Europa, y junto al museo de Saint Louis en París, constituyeron una referencia mundial.
Años más tarde, en 1919, tuvo lugar una exposición que mostraba parte de la colección de moulages en el Palacio de Cristal de Madrid, con motivo de la Exposición Internacional de Medicina. Como anécdota, cabe señalar, que la delegación alemana que contaba con los museos de Dresde y Munich (destruidos posteriormente durante la Segunda Guerra Mundial), ofreció la cantidad de 30 millones de las antiguas pesetas por los moulages expuestos.
Las figuras, en su localización permanente, estaban custodiadas en una estancia tipo galería del Hospital San Juan de Dios, y se exhibían en grandes vitrinas acristaladas desde el suelo hasta el techo de forma muy parecida al museo de Saint Louis de París.
A la muerte de José Eugenio Olavide en 1901, el museo pasa a denominarse “Museo Olavide” nombre con el que se conoce en la actualidad.
Durante la Guerra Civil española, el museo fue visitado por centenares de reclutas para que comprobaran de una forma directa y visual, los horrores de la sífilis y otras enfermedades venéreas y así aleccionar de una forma contundente a los soldados con el objetivo de mantener la castidad y la moralidad, pero sobre todo, para evitar el contagio y propagación de las infecciones de transmisión sexual. No sólo pasaron milicianos por el museo, tras la triste contienda, agrupaciones de empresas, alumnos de instituto y estudiantes de Medicina pasaron por sus vitrinas empavorecidos, conmovidos o sorprendidos, pero siempre interesados.
Poco a poco, su popularidad fue decayendo, abriéndose sólo los domingos y limitando mucho su público. El pesado oscurantismo del nacional-catolicismo hizo el resto. El Museo quedó embalado y se cerró una mañana entre los años 1966-67 sin que Don Rafael López Álvarez, su último director, pudiera hacer nada por impedirlo.
Almacenado, fue avanzando hacia el olvido.
Fueron muchos los dermatólogos que durante años intentaron recuperar la totalidad de la colección, especialmente el Profesor Antonio García Pérez. A su fallecimiento, el Dr. Conde-Salazar en el año 2005, con la ayuda de los restauradores Amaya Maruri y David Aranda y tras múltiples investigaciones, recuperaron los 120 cajones hallados en unos almacenes del Hospital del Niño Jesús de Madrid, gracias a la inestimable colaboración del Dr. Antonio Torrelo.
Estos almacenes, iban a ser demolidos para una reforma hospitalaria. Con este descubrimiento, se completa la aparición de la mayoría de la colección del Museo Olavide y comienza la ardua tarea de restauración, catalogación y puesta en valor de la antigua colección. Recuperando así un tesoro, abandonado durante décadas, y que aguardaba pacientemente su redescubrimiento.
Un "rescate" de patrimonio histórico-médico puesto en marcha por la Academia Española de Dermatología y Venereología, para reencontrarse con todos los amantes de nuestra historia, ciencia y arte.