José Eugenio de Olavide y Landazábal (Madrid, 1836 – 1901) fue un ilustre dermatólogo y fundador del museo que lleva su nombre.
Habiendo estudiado en la Facultad de Medicina de Madrid, y tras licenciarse en 1858, viajó a París, donde conocerá las nuevas corrientes intelectuales propugnadas por los dermatólogos franceses Devergie, Hardy o Bazin. Según la teoría de la diátesis de éste último, las enfermedades cutáneas no existirían como tales sino que serían la expresión externa de enfermedades sistémicas. Bazin comprendía las enfermedades cutáneas como tendencias que él denominaba “diátesis”. Eran seis: herpetismo, artrismo, sífilis, escrofúlide, lepra y pelagra. Conviene tener en cuenta que Bazin desarrolló su sistema pocos años antes de que se conociese el Mycobacterium Leprae, Mycobaterium Tuberculosis y Treponema Pallidum, bacterias causantes de la lepra, la tuberculosis y la sífilis respectivamente. Firmemente convencido de estas teorías y basándose en sus propias observaciones, Olavide añadirá una nueva diátesis: la cancerosa.
Entre sus numerosas publicaciones, cabe destacar: "Dermatología General y clínica iconográfica de enfermedades de la piel o dermatosis", publicado en 1871, obra de gran formato que consta de dos voúmenes; uno dedicado al texto y otro al atlas ilustrado: “Atlas Iconográfico-Clínico de las enfermedades de la piel o Dermatosis” verdadera insignia de la dermatología española.
El Dr. Olavide, a parte de un excelente observador clínico, fue un entusiasta colaborador de estudios histopatológicos y bacteriológicos. Trabajó en un principio con dermatólogos de renombre en la época, como Sanz Bombín, Eusebio Castelo, Fernando Castelo y Azúa.
Otras de sus aportaciones en el mundo de la medicina son; la fundación en 1861 del Museo Anatomopatológico del Hospital de San Juan de Dios, que más tarde se convertirá en Museo Olavide; y la publicación de artículos en las revistas médicas de su tiempo.
José Eugenio de Olavide y Landazábal (Madrid, 1836 – 1901) fue un ilustre dermatólogo y fundador del museo que lleva su nombre.
Habiendo estudiado en la Facultad de Medicina de Madrid, y tras licenciarse en 1858, viajó a París, donde conocerá las nuevas corrientes intelectuales propugnadas por los dermatólogos franceses Devergie, Hardy o Bazin. Según la teoría de la diátesis de éste último, las enfermedades cutáneas no existirían como tales sino que serían la expresión externa de enfermedades sistémicas. Bazin comprendía las enfermedades cutáneas como tendencias que él denominaba “diátesis”. Eran seis: herpetismo, artrismo, sífilis, escrofúlide, lepra y pelagra. Conviene tener en cuenta que Bazin desarrolló su sistema pocos años antes de que se conociese el Mycobacterium Leprae, Mycobaterium Tuberculosis y Treponema Pallidum, bacterias causantes de la lepra, la tuberculosis y la sífilis respectivamente. Firmemente convencido de estas teorías y basándose en sus propias observaciones, Olavide añadirá una nueva diátesis: la cancerosa.
Entre sus numerosas publicaciones, cabe destacar: "Dermatología General y clínica iconográfica de enfermedades de la piel o dermatosis", publicado en 1871, obra de gran formato que consta de dos voúmenes; uno dedicado al texto y otro al atlas ilustrado: “Atlas Iconográfico-Clínico de las enfermedades de la piel o Dermatosis” verdadera insignia de la dermatología española.
El Dr. Olavide, a parte de un excelente observador clínico, fue un entusiasta colaborador de estudios histopatológicos y bacteriológicos. Trabajó en un principio con dermatólogos de renombre en la época, como Sanz Bombín, Eusebio Castelo, Fernando Castelo y Azúa.
Otras de sus aportaciones en el mundo de la medicina son; la fundación en 1861 del Museo Anatomopatológico del Hospital de San Juan de Dios, que más tarde se convertirá en Museo Olavide; y la publicación de artículos en las revistas médicas de su tiempo.